Me encanta el limón. Ya sea como
aliño, o para hacer un postre. Su sabor, su aroma y hasta como
reacciona con otros alimentos.
Sin embargo, me pongo de los nervios
cuando voy a comprarlos y veo los limones que se lleva la gente a
casa.
Así que hoy hablaremos de: “Comprar
limones”.
Lo primero es observarlos, si detectáis
que tienen manchas blanquecinas es que se han golpeado (especialmente
si detectas que en esa zona esta mas blando. Si por lo que sea,
tienes que comprar una malla que tenga un limón así, tira ese limón
nada mas llegar a casa. Se estropeara en un tiempo récord y se
extenderá al resto.
Lo segundo es mirar la piel, la corteza
es mejor si es poco rugosa, normalmente una corteza rugosa indica que
es muy gruesa y por tanto que tiene menos pulpa.
Lo siguiente es palparlos. Si están
muy duros significa que la piel es demasiado gruesa o que están muy
secos por dentro. Lo ideal es que al tacto sean tiernos, lo que nos
va a indicar que la piel es fina y la pulpa muy jugosa.
El único motivo para comprar unos
limones de piel gruesa es que quieras la ralladura de la corteza para
aromatizar alguna receta, pero si no siempre es mas rentable los de
piel fina y tiernos.
Como el otro día compre un limón suelto de
ese tipo, aproveche para hacer algunas fotos comparativas con los
que compro habitualmente.
Veréis que el pequeño da apenas un
poco menos de zumo que el grande. Pero como en una malla de 1Kg de
limones entran muchos mas de los pequeños que de los grandes sale
mucho mas a cuenta.
Espero que os resulte de utilidad.
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